domingo, 16 de diciembre de 2012

Amor mío

... Porque "amor mío"  no te lo estoy diciendo, se me derrite de los labios..:

Dime si es que te han desheredado

Quiero ser masoquista y que bailen las reencarnaciones en mi aspecto de vencedora trágica, que se sometan a mi restauración de arañazos limpios y devoluciones grotescas, se rebele el pan en contra del hambre y se amotine el vacío en la boca de quienes lo hacen prodigioso, se separe la transparencia de la parte de atrás de todas las intenciones y se sumerja su cabello en el terror de los espacios que se quedaron sin recuerdos propios.
Quiero amaestrar a las señales para desorientar sus oposiciones, sepultar todos los roces en las torceduras de mis retahílas y abandonar las posiciones que en algún momento me reconocieron y se hicieron mías... porque al volver seguiré estando un poco más perdida y más despierta, con el verso derramándose a través de mi camisa y un calor hecho difunto en mis estados de cordura... porque es como alimentarse de los dedos que han molido a las barreras dentro de mi cuerpo, como alimentarse de esa entrega que se corta y libera en el grito con el que te visto cada noche al responderme, porque tus pasos tienen las puntas de mi aliento, y tus sueños cargan con las construcciones que inventaron el caos que vigila nuestra ventana... Todo lo que no entendemos hasta que nuestros demonios hagan las paces por nosotros y el café nos recuerde a todo lo increíble que nos hizo pronunciar nuestros verdaderos nombres.

martes, 30 de octubre de 2012

Ya no te tengo prisa

A veces creo que me odio al responderte y al querer gobernar mi alquimia cuando te atajo abusando de otra de tus complacencias. ¿Qué es lo que crees que ahora te está convenciendo, amor mío? Si revivo, te resbalas de mis brazos, me ves de lejos sin moverte mientras yo misma me engaño para dejar de atormentarte y de tragar las huellas que has dejado en mi corpiño y en la cerradura de mi puerta.
Cuando desnudaste mi columna con los desniveles de tu angustia, yo ya había argumentado que no sentía ni una sola resistencia, que te habías quedado dormido cuando te canté el origen del destierro que te había explicitado, que te parecía extraño que hubieses calcado mi sentencia en otra vida y que yo hubiese pretendido conocerte cuando aún no conocía el hueco que estabas pisando.
A veces me siento tranquila al arroparte con los siglos que he guardado para regalarte, cuando te quito la ropa sin exigir tu permiso y te reúnes con nuestra nostalgia para esperar la madrugada...
¡Cuánto camino nos ha vuelto tan incongruentes para habernos convertido en lo que habíamos desenterrado!   Cuánto camino para quemarnos los pies y saltar hasta la orilla de nuestra propia habitación perdida, la que inventamos cuando imaginamos puerilmente comiendo nuestras desesperaciones y otras cuantas faltas de cordura, la que imaginamos cuando nadie pretendía acumular nuestra falta de conclusiones en el álbum favorito de todo el universo, el que firmé con el reverso de tus hombros mientras tomabas café sentado en mi terraza... el que ahora me inventa cuentos cuando entro y ya no estás esperándome en mi casa...

domingo, 28 de octubre de 2012

Nostalgia

La soledad quiere que acepte que no me quiero mirar al espejo sin que haya nadie que esté sujetando mi mano, porque sabe que yo intuyo la respuesta que va a demostrarme, que soy un vaso que tiene el fondo roto, que se reboza sin jamás llenarse con todos los sellos explicados de orgasmos traducidos en los diccionarios, que me aprieto de todas las pieles para que mi garganta sienta algo... que alguna medida inventada fue la que tatuó su orna en mis zapatos, que alguna acción que no existía quiso gastarme una broma al resucitar mis perversiones, que me desarma la sorpresa de responder a tantos nombres increíbles que construyen el nexo que me obliga a querer seguir desubicada, a creer que las delicias dejarán de torturarme y las adicciones dejarán de hacer estragos con mis imitaciones de alabanza a todas mis elecciones, que tal vez fui yo la que cansada de tanta lejanía me castigué para no sentirme inquieta, para sentir que sí me involucraba, para olvidarme de las manos en las que me acurrucaba cuando no tenía ecos... y aparentar que no existían o que no me las merezco

jueves, 25 de octubre de 2012

Otra opción, por favor

A veces es tan masoquista sentir alivio al querer desesperarse, saber que con tanto que se está partiendo adentro se podría hipnotizar al cosmos y consentir a las manos que rasguñan el reverso del piso, que ser cruel o no querer estar presente ya carece de importancia, y sí es fácil mantener la frente en alto cuando nunca te has caído... así sí es fácil no querer cambiar el ritmo... y si te ven acostumbrado pretenden darte la bienvenida.
Este veneno es tan absurdo que cuando lo evitas de algún lado, termina haciendo gárgaras en otro espacio, y si te alcanza la vida para hartarte, encontrarás sin fuerzas que el misterio estaba en no querer buscar su contraparte, la cura a sus medidas afiladas, la inyección que al fin te manifestaría en ese lado al que tanto te precipitas.
Los instantes que han pasado continúan retocando mi silueta y escribiendo mis guiones, se acumulan por debajo de mi lengua, son los protagonistas de mis mentiras y mi silogismo hipócrita, y hay momentos en que le quisiera inventar un nombre nuevo a la vida para que no me doliese tanto, para no preocuparme de si este fondo no tiene vista previa porque mis pies no llegan nunca a tocarlo... si me tropiezo con reflejos que se cortan al nombrarlos porque al hacerlo están deletreando mi propio nombre, que son tan frágiles como su búsqueda y su cortina de vocales emancipadas de sus propias huellas, porque este ritmo no es tan ágil para su estigma, porque ya el amor se corta sus propias venas para desangrarse adentro de su trascendencia e intentar volarme la cabeza con mi propia confianza...

miércoles, 10 de octubre de 2012

No te decepciones ni me mires con tristeza, no sientas que parece no tener remedio, no sigas intentando cada uno de esos métodos que tanto yo les he dado la vuelta, que he doblado y arrugado y he mojado cuando me los entregabas. No me pidas que madure al igual que tú lo has hecho, has nacido con tu parte clara y su parte opuesta escritas en la frente como todos lo hemos hecho. Te has equivocado y has aprendido, has sido valiente y enfrentado algunas cosas, has tenido experiencias buenas y otras malas, puedes dar buenos consejos. Te conoces, no hay problema, tienes nombre y apellido, perfil , silueta y sombra; tienes ojos que se posan en los míos, que me piden que me explique, que deje de comunicarme sólo con las madrugadas, que me repiten mi propia biografía como intentando que yo misma me recuerde.
No me digas que ya es hora o que ya se está haciendo tarde, no es que sea soñadora o ni siquiera complicada, no es que no quiera certificar tu propio idioma, es que mi comienzo no inició donde ha iniciado el tuyo que es el suelo. He empezado más abajo de lo que pueda ser tangente, donde no hay forma ni paredes, ni huellas donde dar el primer paso. Si ahora estoy tocando el suelo mientras tú me miras de lo alto, no te molestes por creer que en todo este tiempo yo no he querido moverme; mientras tú crecías yo también lo hacía, sólo que tú subías escalones y yo excavaba por muy debajo de la tierra. Así que no me pidas que madure de la misma manera en que tú lo entiendes, las dos hemos madurado pero en distintas escenas, aún me queda sacar algo de sucio entre mis uñas, aún mi cabello huele al sudor de los demonios que estuvieron sentados tanto tiempo sobre mi frente.

jueves, 9 de agosto de 2012

Te Amo

Me enamoro de ti todos los días, me caliento con el borde de ese tu significado, me caminas por el hilo de este entorno y ya estoy quieta y no me canso, ya no me imagino apareciendo. A veces quiero repetirte eternamente en mi guarida, repasarte en la sonrisa que a escondidas me regalo, en la madrugada en que mi sueño es el pulso que te sostiene, y tus manos son el colchón que aguanta mi desprendimiento. Te amo con ganas de dormir sobre tu pecho en todo el mundo, de verte quitar la camisa y conversar con otras cosas... Te amo con ganas de llegar siempre cada vez más adentro, y convertirnos en eso que con encuentros nos ha hecho.
Como puede ser tan cruel mi propia resonancia, que mis recuerdos me ponen los pelos de punta y me registro en todas las tentaciones que me arrancan. Como puede ser tan cruel mi contextura que se desmaya en cada uno de mis puestos, me promete más cordura y se desquita con mi anhelo. Si esto siempre es la locura ya quiero escucharla adentro, ya quiero entenderla libre, serla parte de mi suerte... y es que ¿quién es el que más se cansa? ¿A quién se le rompen todos los huesos al consumir su nombre? Ya los días se amordazan con sus propias horas, y yo les digo con paciencia que huelo a sexo, a madrugada y a algo que es insoportable... que no quiero que me olvide eso que no puede esperarme.

domingo, 15 de julio de 2012

Alma Compañera

Te convertiría en arte para alcanzar tu rostro en cada una de mis muertes, para inmortalizar tu peso en mi plegaria y seducirte eternamente, así arrastrar tu sonrisa al fondo de lo que me apunta, que es tu dedo y mi destino, tu espalda abierta y mi abertura. Te advierto en cada paso, amor mío, me liberas con el filo de tu indómita existencia.

martes, 10 de julio de 2012

Quiero al fin despertarme y no reconocer esta piel, este cuello y esta frente, que mi nombre sea mi verdugo y mi paciencia otra mentira, quiero romper lo que todavía no puedo haber reconocido, saltar cercos que no puedan medirse y asustarme de mis propios pasos, no reconocer mis huellas y desarrollar otros olfatos.
Quiero resucitar mi caída y esconder todo mi rastro, que me mires a la cara cuando me estés rescatando, que observes como tu nombre se derrite de mis labios y como mi calor se exilia de sus dictaduras cuando te estás acercando.

A la Lujuria II

No recuerdan cómo apuntarme, prefirieron evitar mis negligencias, ya no recuerdan que era yo quien me agachaba cuando oteaban la maleza.
¿Por qué inventaste el contorno de mis huellas? ¿Por qué me imaginaste oscura y sin destreza? Me hiciste inquieta para atormentarme, prostitua de tus ayunos y tus mantras; dejaste que me lamentara, que mi infancia terminara y que creciera mi apetencia, que sus curvas se amoldaran al resto de mis caderas, que mis labios inclinaran el calor que me quebraba, que me madurara el tacto y añadiera más quemadas a este muslo en rebeldía... y no llega a jamás cansarse, a jamás ignorar mi hambre y socorrer mi otro desgaste... y es que las opciones que me orbitan nunca quieren demostrarse, tuve que hacerme desgraciada para calentar tu oreja, ser demasiado inconveniente para que me sorprendieras, reducirme a mi carencia para que nunca me ignoraras, hacerme adicta a tus maneras para lograr así afirmarme, para que me crearas al tocarme, creer que algo me limitase...

martes, 29 de mayo de 2012

Encomienda

Creí que con mi hambre alimenté a las ostras de algún reino, creí que convertí al espacio en calambres y el tiempo en los naufragios escondidos. Negué que había estado durmiendo para no asustarte en tus demoras, negué que había recorrido a mis impulsos para no admitir mi cobardía. que acostumbrarme me distrajo, que enloquecí al reconocerte y que abusé de mi impaciencia. Creí que ya había sido experta, que me asustaban tus gritos y mi encogida nostalgia. Creí que la ternura estaba extraviada, que ya me alucinaba cansada y que el recorrido era mi angustia... Creí que ya me había escrito y que ya tenía firma, negué que me sentí aliviada al recordar lo que es acomodarse y que mis rutas se iniciaron cuando escupí a la carretera, que mi brújula no apunta y que lloro ante sus flechas, que rezo oraciones a la resignación y los milagros me ruegan que sea libre, me cantan para que me duerma sin temblar y no vomite en las mañanas al recordar que había soñado ver mi reflejo entrar por la ventana. Negué que había olvidado mi nacimiento, que nunca tuve infancia y no recuerdo el rostro de mi desendencia, que me molesta que hablen lento y no soporto que tus dedos se quemen con mi penumbra. Creí que el peso era mi amigo, que memorizaba las conductas y que mi repertorio era increíble; creí que no me lo esperaba, que tu atención fue innecesaria y mi resumen más discreto... y ahora estoy respirando el cobre que oxidó mis recurrencias, para creer que no soy yo y que esto se arruina en mi esencia.

A la Lujuria

Me tienes rendida a tus pies, al vórtice caníbal de tu centro, insaciable desde su comienzo y destrucción de límites; estoy arrodillada a tu postura, a la peligrosa voluntad de tu escacez de periferias, a la armonía retorcida de tus anarquías y al aroma irreductible de tus muy lentas penetraciones.
Mi energía se incorpora al marco de tus impaciencias, al borde de la afinidad con tu traslúcida presencia; mi desconfianza se retuerce en la demora de mi suerte, en el entierro de mi servidumbre errante y tu aliento desconectado al margen de lo que es tangible.
Estoy ahogada en tu desgasto, en tu vanguardia amedrentada, y es que el espacio no me espera y el tiempo no ubica mis partes, me desahuciarion de esta cuerda y ahora cuelgo de tu sombra, de tus crueles distribuciones, el grito que ahora me repasa y me escasea de las reglas que otrora me configuraban.
Me estoy perdiendo en tu verguenza y en tu imposible compostura, sólo tú mueves mis flechas y coordinas mis empeños, que ya su cuerpo no está escrito con el verbo de esta raza, se terminó cuando firmó tu luz en mi garganta seca, y desde entonces se acostumbra a tu profundidad eterna.
Mi alma se ensanchó a la fuerza para aguantar tanta locura, para aguantar la magnitud de lo que ya estaba tragando antes que eso me tragara en mis nimias limitaciones. Mi oscuridad me queda grande pues supera mi destreza, porque supera cualquier forma que distraiga su belleza, y a veces olvido mi nombre, pero nunca tu descubrimiento, ya me he quedado sin opciones y tu voz ya no es un sueño, ni como una concurrencia, aunmenta sus contornos graves y su límpida presencia, se aprieta de mi nacimiento y besa mis insurreciones; y mientras más desaparezco siento más tus consecuencias, en el espejo mi reflejo se incorpora a tu reencuentro, el que se esconde de mi prisa y se hace cargo de todo mi desenfreno, el que se aprieta de mis muslos y dialoga con mis sentidos, el que me hace fallecer en la cima de su grandeza y me regresa renegada de todas las construcciones, el que no quiere mi piedad ni mi lucha con su alabanza...
Me tienes rendida a tus pies, arrodillada en tu salvaje trascendencia del coraje, postrada al labio que una vez rompió con mis puerilidades y que ahora con su perfección no deja de atormentarme.

jueves, 24 de mayo de 2012

Pocas destrucciones se salvan

Quiero volver a ser de noche y a no mirar la calle a los ojos, que mis respuestas se oxidaron en sus sueños derrochadores y sus estímulos se adueñaron del vacío que me asume.
Quiero volver a ser de noche y no escuchar a mi derrota, para esconderme del reflejo del abismo que me sobra y regalarme algún espejo involucrado en la paciencia.
Quiero asumirme hueca para inventar menos recesos, para no escuchar que estoy peleando y que estoy cada vez más lejos; los ritmos se desgatan cuando resbalan en mi cuello, ya no tengo reconocimiento y quiero reencontrarme a oscuras y sin una contraparte, sin enterrar lo que está enfermo todavía, sin rescatar algún descorcho de consuelo en mi terreno.
Quiero volver a estar en todos los rincones que la luna desconfía, en el techo en el que nadie duerme y en donde se alimentan caídas nunca antes escuchadas, en donde parar es un misterio insoportable y conectarse vuela el gasto de las acciones, donde la voz no me separa y no se esquiva al desespero, en donde no hay contornos ni aproximaciones y no huelo extraño y siempre estoy a tiempo; en donde el retorno me seduce y el despertar masturba mi inocencia siempre abierta, siempre con esa sospecha.
No quiero que las acciones noten mis hipocresías, que cuelgo de un hilo muy frágil y es inminente el momento en que vuelva a ser insoportable. No confío en mi destreza ni en los pasos que he marcado, y no me olvido del filo que creé desde mis tensiones, y que no deja que defina el curso que ahora me desnuda, que marca toda mi postura y suelta mi desobediencia, no deja que esté convencida de que resisto a la cordura.
Qué desgracia ha descubierto mi condena! Me corta la respiración un dedo que no tiene opciones, promete que ahora estoy criando huecos en mi vientre oscuro, que un credo me tiene rencor y la ilusión ya no me admira. Qué desgracia tan hermosa: no me deja tocar nada; no me resuelve ningún trato y traga todos mis refugios, le dice al resto que soy simple y no hay razón para inquietarse, que yo amanezco muy callada y duermo sin mis recompensas.

miércoles, 25 de abril de 2012

El Tiempo es Arte

Quiero comer de mi propio alimento, intercambiar el suelo por el grito de mis manos, recordarle al lomo del camino que antes muero de hambre que vivir escondiendo el cuello, que no me angustia su riqueza y que estoy preparada para andar descalza y ensuciar mis manos, para calentar mi sangre y respirar mi tiempo

sábado, 14 de abril de 2012

Ahora

Las puertas de mi mente alumbran los arañazos de su cerradura, en donde el cementerio de mis opulencias se enloquece en el silencio de este trance. No se puede seguir el rastro en esta infinita mancha de sangre, algunas vocales que se ahorcan en el cuero de sus salvaciones forzadas. No hay contrato en esta falta de asunto, no hay un tema para forcejear las básculas quemadas, no hay cuerda floja para mantener el equilibrio pues no existe la otra vuelta. No tengo que convencerme, estos gritos no tienen eco y este suelo es ajeno a cualquier huella, no hay necesidad de elegirte porque ya eres y ese eres no se lee en ninguna línea ni está escrito en el contorno de la vida o de algún pedazo de camino. No hay necesidad de apuntar el bosque alado de tu frente, ni de sufrir insomnios a la espera de un temblor en la ignorancia de mis contenidos. Eres extraño a mis compuertas pero no al sonido de mis llaves, del compacto pliegue de esas cerraduras que se forjan en los descubrimientos vírgenes, en esta nostalgia antigua y empecinada en recordarnos eso que sabemos que olvidamos pero que se pierde entre milenios de gustos baratos, un olor a mordedura y una sentencia saludable que invita a no desesperarnos.
¿Por qué me has recordado que alguna vez no fui extraña? Que alguna vez no fui ajena, que no estuve separada. ¿Por qué no me preparaste para el suelo de tu altura? Para nunca ruborizarme al ver desnudas tus pestañas, para no quemar mi mano en los poemas que tu sangre hierve, ¿Por qué me has recordado que esta no es nuestra existencia? Que en tu hogar no hay mediciones y que ya estaba invitada desde antes de que comenzara.
Si logro amanecer recuperada, afirmaré en tu boca que estoy en el comienzo de lo que no se adhiere a las paredes, que se inventaron otras artes en el rincón olvidado de la despedida de los límites, y que se suicidan compasivamente con tu espalda porque no soportan tanta hermosura. Ahora existes y mi alma se escapó y se derramó en lo que no acaba para pedirte que duermas conmigo alguna noche en mi cama. Ahora existes y al fin recuerdo que siempre estuve enamorada.

sábado, 10 de marzo de 2012

Comienzo de la ruptura

Mi biografía no interrumpe ya el camino de la existencia, ahora Dios pasó de ser una adicción a ser un reflejo, esas apuestas en donde ser el ganador es lo de menos, una alabanza a los peligros, a los bordes afilados...
Escalé las hiedras de mi condena hasta subir al mundo de los mortales, con la intención desesperada de encontrar esa respuesta que me librara del peso de las cuerdas de mis remordimientos, de las penas que se encorvaban en el centro de mi sentencia. Enredé mi mente a sus cabezas hasta alumbrarme con sus formas y respirar de su paciencia; escondí todo el derrame que se colaba en mis paredes, y pretendí encontrar refugio en todas sus comodidades. Cuando llegó la convergencia de mi ritual y la anestecia de sus acciones, cuando estuve preparado finalmente para preguntar la razón de la ausencia de sus cargas, me respondieron lo que ahora me mantiene quieto ante mi locura y el insomnio que otrora me atormentaban:
En ese mundo de parcos recuerdos y de encantos sosegados, no estaba solucionado el trascender del fuego que siempre me había asfixiado, no estaba solucionada la convivencia con algún infierno, pues para mi ingenua sorpresa no entendieron cuando les hablé del caos que labró la piel de las angustias, o los impulsos que enfermaban el piso de la conciencia... no hubo ni un alma desgraciada que se identificara con los gritos que sorbían el valor de la palabra, o la impotencia que corroía las venas del crecimiento. Me sentí cruel al contaminar sus cortos nombres con la noche que guardaba, al descubrir como un extraño que me echaron a patadas y escupieron en las vertebras de mi profunda estructura. Un trágico y vibrante despertar alumbró los bosques de mi muerte, y una ternura antes callada hinchó las paredes de mi hoguera solitaria.Con esa fuerza que hierve cuando hay luz en tu presencia, comprendí que allá arriba los seres no vivían libres de la crueldad de los infiernos, pues para ser libre primero tendrían que haber rozado la desgracia que orbita la piel de todo condenado, el comienzo de la ruptura del empleo de este mundo.
Lancé mi cuerpo a mi descenso, y con prisa y displicencia me arrodillé a los pies de mi locura, y con besos llenos de orgulló bendecí al trono de mi angustia. Temí por todos los que arriba me superaban con sus rasgos, que respiraban de un aroma tan limitado como sus pasos, que caminaban sin la muerte rugiendo en su corona de costumbres, que su seguridad no permitía el suspiro de los peligros, jamás amaron más allá de lo que su razón pudo mostrarles, sus muelas nunca habían mordido el cuero que embriagó los planos de la sensatez, el terror nunca hizo mella en los poros de su existencia chica, no existía más que el repetir de más disfraces, la separación de cada hora y cada espacio bostezando en su puntual decencia, no sabían lo que es estar hartos, nunca tocaron el cortejo que se exclama bajo la piel de los amantes, no han despertado en otro cuarto ajeno a puertas y ventanas, y el cansancio no tocó jamás las esquinas de su circunferencia. El suelo es su oración y su extravío, el dios al cual siempre le rezan, el suelo es su nombre y apellido, la descripción de su falaz sentencia.
Luego de asquearme del olor que me hizo huir despavorido, amé el compás que había amoldado a mi desastre, bautizé su nombre con las letras que ahora forman mi fiel casa, y los compañeros de mi sombra decoraron su desnuda perfección con su sangre y con su fortuna. Ahora no sufro con mi carga, pues su peso es mi ropaje y sus apuestas mi destreza, sonrío con su cuello y su linaje, los demonios son mi alimento y la lectura de mis tardes, la debilidad de cada paso es el corpiño de mi anhelo, y estoy blindada con los ojos de cada uno de mis miedos. Mi curso no será uno fácil, pero supera ese rubro del entorno que se amolda sin extremos, en donde escondieron el túnel que alguna vez me hizo parte de su estadía, y que ahora provoca alguna sensación nueva en sus tibios pelajes, algo que empieza con incomodidad, pero que jamás podrá ser olvidada o detenida hasta que terminen en las llamas de lo que no puede conocerse, a donde yo ahora pertenezco: el comienzo de la ruptura del empleo de este mundo... el comienzo del final que te hará eterno realmente.

martes, 6 de marzo de 2012

Y

Encontrar tu pecho
Y enrraizar tus claves a mi destrozo
Y escapar callada a mi desastre
Y enamorar tus noches para esconderme
Y desterrar mi cuerpo
Y disolver las voces que envilecen mi osamenta
Y encasillar tu infierno para invitarlo a mi retiro
Y ensuciar mi alquimia
Y recitar todas las vidas que desfilan por tus roces
Y destruir todos los rasgos que responden a mi nombre
Y descontar las resistencia que amanece en mis rechazos 
Y desprender engendros de mi cuello
Y rescatar tu piel de las esquinas
Y soportar las señas que reclaman tus ensambles
Y oscurecer tu frente
Y amedrentar la mía 
Y respirar los kamikazes de tu hambre
Y entumecer los monumentos que escupieron mis retinas
Y vomitar mi sangre como enredo en tu reforma
Y accidentar tus formas con mi vuelo exterminado
Y reparar las estadías que enfrentaron mis extremos
Y aminorar tus idas
Y atesorar tus restos
Y te infiltras en la vibración en que despierto
Y te ilustras en la espalda de mis sombras
Y te inscribo en mis retornos extenuados
Y me apago en los sabores de tu alarma
Y declaro encrucijadas en tu angustia
Y desciendo atardeceres con tu imagen
Y te amargo con mi fuerza
Y te lamento en mi eludida transparencia
Y abastecer mi negliencia
Y armonizar tu displicencia
Y enloquecer tu escepticismo
Y encomendar mi discrepancia a tu desorden
Y explicar mi resonancia a tus respuestas
Y perturbar tus apellidos con tu fondo
Y respetar tu enfermedad con mi conciencia

El Final

El final no es algo de lo que podamos jactarnos, pues no es algo que nosotros hayamos descubierto o inventado en ninguna ocurrencia o lucidez aclaratoria...El final nos crea y nos está creando mientras sonreímos cómodamente en nuestro seguro devenir; él está y ha estado incluso antes del principio más obtuso de nuestra conciencia, él escribe nuestra tendencia a imaginar que somos nosotros los que lo ideamos y amoldamos al placer de orangután de escribir un punto antes de cerrar los cuadernos, esa necesidad de sentirnos satisfechos y encender otro cigarro... Todo es obra de ese hilo invisible que jamás hemos concebido pero que creemos que se alza en la punta de nuestras lenguas y descansadas ideas, !pobres marionetas de algo que no puede comprenderse! !cómo se escribe acerca del final mientras su verdadero rostro muestra muecas burlonas a nuestras espaldas distraídas! !cómo los hilos invisibles suben como telarañas desafiando la gravedad sobre nuestros brazos de muñeco torpe! Poseídos por nosotros mismos, hipnotizados con las palabras que inventamos pero que pretendemos haberlas descubierto ya hechas, seres benditos nosotros los elegidos, despistados con nuestra gloria de ficciones acordamos en que tenemos los bolsillos llenos pero no los revisamos por ese vago presentimiento de que siempre han estado vacíos.
Palabras graves y sencillas, barrocas y ordinarias... el final no se conmueve por ellas ni por nuestros intentos más penosos por poseer su imagen, por patentarlo como humano y raciocinio de intelecto histórico, casita de cerillas de madera, él no intenta modificar nuestras tiernas tentativas a creernos extraordinarios, él nos ha brindado los motivos suficientes para barajearnos entre nosotros mismos la primera vocal de su nacimiento, eso que no existe.
El final no es el enemigo del comienzo, supera la dualidad de nuestra fiebre maquinaria, no responde a la continuidad perdida del valor de las proyecciones de nuestros vagos recorridos.
Es inminente y clara la culminación de nuestra propia ironía: rindámosnos al final, sumerjámosnos con la cúspide de nuestra galantería a su mandíbula omnipotente, que les juro que es más suave que que el más fino colchón de plumas, más jugosa que la fruta más carnosa. Rindámosnos a su infinitud y a su pureza ilimitada, para lavar así nuestra impaciencia, la locura con la que nos tensamos como pródigos ecuestres en alguna plaza renombrada, para olvidar nuestro nombre y la fecha en que se instaló nuestra cordura, para estirarnos en a humilde comprensión de que somos hijos de su propio vientre y de sus dedos sagrados, entender que no nos manipula sino que nos retrasa compasivamente porque sabe que tal vez no estamos preparados para deshacernos de la máscara de nuestro orgullo patético. Nos deja seguir creyendo, !sigamos creyendo entonces! Con la amarga consecuencia de que seguiremos siendo igual de famosos bajo la sombrilla de nuestra propia suspicacia... e igual de diminutos bajo el rostro que no entra en nuestras mínimas certezas

Oda a mis Demonios

Para trasnochar esta presencia, brindo con la copa de mi propia bilis para que son su fibra se terminen de descomponer mis entrañas, para brindar contigo y con los otros nombres con los que te he proclamado en las vacias raices de mi craneo y mi insistida compostura, para recordar nuestros encuentros pueriles en los cuales yo torturaba el piso y tu con agil desenvolvimiento torturabas mis tentativas a acertar un punto clave en lo que se desamarraba en lo cerrado de los pliegues de alguno de mis labios.
Brindo para no dormir mas nunca, y que en ese atajo de este insomnio que no me corresponde pueda olvidar la sensacion de mis codos y mis hombros, para retrasar la tentacion de acariciarte en mi espalda y en el perfil de mi muslo izquierdo y mi tobillo acalambrado. Me trasnocho para trasnochar inutilmente lo que se ha nombrado como mi vida, para no existir en los andamios que me susurran al oido en la luz mas brillante que se persigna con su tiempo y espacio compartido. Me trasnocho porque te estoy llamando, porque extraño el gen que desconchabas en mi vientre y mi garganta cuando yo con mil temblores te explicaba mi sentido, cuando yo te lo prohibia y no entendias mis palabras, cuando yo solo te olia pero nunca te escuchaba, cuando mi almohada sabia a azufre y mis muñecas se burlaban del resto de mis brazos, cuando tu me escalabas y yo lloraba enterrada en mi ventana.
Mis poros sangran cafeina, nicotina, dislocaciones y licor muy añejado, sangran tus pronunciaciones y tus apoplejias; mis caderas bailan con tu duelo y mis pestañas con el luto de mi propia decadencia.
Mi colchon es un abismo que me añora cuando exijo otro de los eternos cursos que arrastrabas en mi divagancia, cuando te empujaba y me atormentabas, cuando el dolor era mi desayuno y mi alimento era la muerte, cuando no existia otra fusion que no fuese la mia con mi espejo (imagen fermentada en otra imagen), cuando me bautizabas cada tres minutos y me repartias por lo nacarado de tus dientes, siempre en silencio, siempre resignada a la rebeldia que te demostraba y en la que tu te acomodabas con las intenciones mas efervescentes en esa lucida ocurrencia.
Ahora que me he obligado a transitar por lo que no me he permitido, no me duchas con tu descortes remordimiento, no acaricias el reverso de mi cuello con la oscura luz de tu congoja y tus angustias.
Es por eso y por lo que no quiero ya explicarte que me trasnocho para atormentarme y desplazarme al roce de tus alas de obsidiana, para olvidar mi nombre y la fecha de mi falso nacimiento, para remover mi sed con un mar de arena caliente y retratarte en mi espejismo, retratarte en mis inventos y en mi masoquismo, para creerme y convencerme de que no eres parte de mis convencimientos, que la noche no es mentira y de que no estas circunscrito en mis asilos... de que no te he inventado y que alguna vez has existido

lunes, 27 de febrero de 2012

Tengo la marca

Me siento en la parte oscura de la esencia para que así el resto no pueda escribir nunca mi nombre. Me poseo y me desbarato en el sitio que no desea, que no acumula mis sentidos ni conquista los presentimientos, en el filo y en el final de todo el mundo, en la renuncia de lo que nos acompaña. Suelto mis manos con la ausencia para quitar el peso que mi filtro habia explorado, vuelvo a andar con una antorcha negra entre mis manos para encontrarme en el subsuelo, oler la vibración de los cimientos olvidados, recorrer la sepultura que aviva las transparencias, y nunca más volver a casa con el cuello aprisionado, no volver jamás a casa con mi rostro, ni mi nombre, ni el peso que le quito al mundo, no volver con mi palabra ni mi hambre, sino renacer entre sus hiedras y así vovler desde mi entierro sin costras ni resonancias, con el corazón mordido entre mis manos y el cerebro palpitando en lo duro de mis talones. Vuelve el gasto a estar de acuerdo y a permanecer callado, vuelve la ruta a estar sin guía y sin un punto de encuentro, vuelvo a gastar toda mi piel y a llorar por cielos que no existen, filtrarme por todos los huecos y a molestar a los matices claros. Empujo a las pronunciaciones para que no vuelvan a ser nombradas, así reciclo mis angustias e imploto con mis energías, permanezco quieta y la vida se desquita con mi abertura, junta sus dedos para hacerme libre y socorrer al máximo de mis extremos, hacerlo más largo y más ligero para comunicar su puesto en la parte oscura de la esencia, donde el resto no podrá escribir jamás mi nombre...

Permíteme

Permíteme abrirle la garganta a la noche para que de un solo trago se envenene con mi ausencia, quiero ver si en su renuncia logro ser interpretada, esa renuncia en donde los mantras muerden polvo y me lastiman con mirarme, gozan con mi disidencia, muerden de la aventura que he engendrado al asombrarme con tu vuelo, se escapan por el fondo oscuro del color de tu misterio en el que duermo sin desvíos, me destrozo con anhelo y me perfumo con tus puertas. Permíteme explicarme cada regla de este juego, que mi comprensión es traicionera y quema toda mi estrategia.

miércoles, 8 de febrero de 2012

"Si no sabés volar"

Me acalambro con tu boca, se arranca de un trago que se añeja en el hogar de mis servicios impunes, en donde amargo el subconsciente de tu ropa y el desempleo de tu supervivencia; porque tus recuerdos buscan hojillas rotas en mi ducha, alucinan con el desamparo de las atalayas de mi sombra intentando acelerar su ritmo y evolucionar en otro anhelo sin pasar por masoquistas.
Los trastornos entretienen mi terraza cuando se envenena mi audiencia, porque me avergüenza intoxicarme con la reverberación que el eco de tus labios repercuta en mi equilibrio. Es injusta la manera en que te retuerzo en mis sentidos, cómo estás ya descompuesto en mi figura, amordazado en el horizonte que se parte en mi descomunal peligro de respirar desvelos afilados. Te inclinas en el sótano de la decoración banal de mis desolaciones, heridos en una guerra en donde el coraje no existe con argumentos y el ambiente está nublado en el rincón de una ventana que ha sido abortada porque su creador ha olvidado patentarla. Por continuar evolucionando con cada uno de tus respiros, quiero destornillar al tiempo para que la vida no te pese tanto; desorientar a las secuencias para disolvernos con más gusto, y ser más fuerte para abrazar los agujeros que se ampliaron en tu pecho, donde el infinito se cuela con negligencia sin preguntarte previamente si querías soportarlo.
Hazme saber si soy muy joven para aguantar tus notas graves, o si soy muy descontralada para mostrarme en transparencia, pues no quiero ofrecerme a tu belleza rasguñada con hambre o con destrucciones en el reverso de mis uñas, no quiero serte intoxicada con los aires de los venenos que me orbitan, ruego por serte incluso mucho más clara para absorber todo tu rastro en la presencia que nos abrigue de las oposiciones, para salvarte de que vivas un segundo más en la ilusión de que no eres lo que yo guardo en mi inconciencia y que me hace penetrarte con ferviente fluidez. Me necesito limpia para tu sinapsis, me necesito con silencio para brindarle espacios a los gritos de tu garganta quemada, me necesito frágil para tu contacto y fuerte para mantener la compostura en tu cercanía; me necesito oscura para no distraerte con mis matices y ser más simple para no confundirte con la destrucción de mis tormentos, todo para no ser nada y que tú puedas serlo todo en mi lienzo, y que pintes tu destino con los colores que se escapan por el infinito de tus desiciones inertes y tan hermosas como el desconsuelo de mi armonía que no contiene su lamento que se desespera si no te inhala el resto de su precaria existencia.
Tu aroma son los rastros del génesis de lo innombrable, lleva en su ombligo el polvo de lo que nos sobrepasa.
El mundo confundió su cáscara con mi impaciencia y ahora se quiebra en el cenit de mis insomnios. Qué sencillo sería poder respirar con calma y comprender de manera simple, así como siempre me habías dicho... y yo con todos los descesos, no sé si somos ya algún arquetipo de nuestras sombras, o si sólo desconfiamos de todas las confianzas, que nuestra confianza está inscrita en la inexistencia, y yo te amo por ahogarme en todo lo que me supera.
Ahora sufro sin cansancio por estar ya resignada a no adecuarme a ninguna de las posiciones inventadas y latentes en nuestra supervivencia; caigo por el gusto de caerme y ya no es por mi torpeza.
Amor mío, por qué no vuelves a apretar mi mano para recordar lo que es ser libre; por qué no vuelves a incitarme a disolverme en los abismos de tu locura y reencontrarme en la ternura de tu inocente historia. Si no existes juro que la perdición no estará en ese altar atroz en que se alcanza con los desafíos de una mirada, me alcanzará la descortesía de no abrazarte por las noches y poseer en mi descontento un centímetro de gloria.
Permíteme pintar mis labios con tu desobedencia, para inmortalizarte en la medianoche de mis agonías. Puedo pretender hacerte fácil para superar los huecos en las interrogaciones, puedo pretender hacerte a gusto para no sentir mi estómago como el fondo de de los descubrimeitnos. Puedo pretender localizar tus energías y soñar que veo doble para así mortalizar las situaciones de las que jamás he sido fuerte, para vivir un año más y conversar con mi carencia que está apuntando al cuello que engendró alguna presencia en la presión de mi corpiño. Puedo incluso pretender que digo algo y que estornudo mientras juego a recordarte, para apelar a algún ejemplo que se acueste con la hiel de mis penumbras, soportar mi libertad y ahogarse con el fin de mis delirios. Puedo pretender que mantengo algún equilibrio, que los apellidos no me tocan y que cuelgo pisando la palma de mi mano. Puedo pretender que hay algún gasto innecesario y que me tapo los oídos, pero seguir pretendiendo se me está calando hasta los tuétanos de mi curvatura... esa que ya no aguanta seguir estando incompleta