martes, 4 de junio de 2013

Etiología De Mis Estados Anhelantes Del Querer


(El día en que te descubras reflejado en una parte que era solamente mía, nos habremos encontrado realmente).

Te conozco y un agujero negro ha nacido en la piel de mis espacios firmado con tu nombre... Respondo a tu ritmo y te entiendo siempre un poco más de lo que  verifico; me voy amoldando a la curvatura de espalda mientras duermes y al rocío de tu piel al inclinar su anhelante rescate en mi cabello y mi almohada.

Amo con penumbra y desesperanza, con el cuchillo agarrotado en el revolver de la sangre tibia, con marcas en el pecho y la espalda, y con cenizas agrupadas en mi balcón comentando por la tarde los albores de mis tragedias. Nunca aprendí a querer con parquedad o parsimonia, con ríos de lavamanos o solvencias incompletas. Mi amor es de estrellas que se mueren y pedazos de corteza de leyendas olvidadas, con gritos de otros cuerpos invisibles y  lujurias convertidas en renacimientos, con respuestas fileteadas con la compostura de la noche en que empezaron a crearse la respuesta a los insomnios y sus resistencias.

Respiro tu piel mientras me buscas, marcándote con impaciencia mi camino a tu templanza, porque necesito destrozarte para así entre tus pedazos destrozar mi propia vida, arrancarte de entre todos tus ramajes para así ser arrancada yo de mis raíces, porque sonríes y me dices que me calme y así muero dos segundos más en vida; necesito tragarte, desahuciarte, saborear hasta la médula de cada mínimo consenso que te hace, vaciarte para yo entregarme realmente, para yo perderme y así caernos juntos fuera de la máscara que nos rechaza, matarte para al fin agonizar entre ese arquetipo de hombre que respira en el ritmo sagrado de tu pecho añejo y descansado; para que al fin no quede espacio en el que yo pueda moverme, tenerte tan adentro como un puñal hecho con los pórticos hacia el último peregrinaje, para al fin quedarme callada y respirar muy lentamente porque no me queda más nada, quedarme quieta a tu lado y realmente comprenderte, comprender tu paso sabio, tu equilibrio amoldado por el caminar de las estrellas, tu mirada fija, el lenguaje que escondes por detrás de tus manos, comprender tu existencia y aislarme varias veces al día, al mes, al año, en tu misterio... comprenderte para merecerme un poco... para no sentir que estoy tan lejos.