Nacimos un poco más rotos, expandiéndonos el pecho sin tocarnos, con los pasos más pesados y los ojos más oscuros, con un silencio más completo y muchos más presentimientos, con otras vidas mordiéndonos el cuello y muchas otras muertes amortiguando nuestras invenciones... Por eso nos comentamos como si tomásemos café en nuestras propias dimensiones, por eso cuando nos alcanzamos nos tocamos tanto que nos quedan marcas, sabemos que aguantamos tanto que no podemos jamás hacernos daño, que descanso en todo tu vacío como tu sostienes el mío, que nos esperábamos para enloquecernos sin que nos pusieran algún límite, que cuando me miras me tocas y cuando me tocas me traspasas... porque no puedo compartirme con más nadie ni aunque me explicara.
Por eso no es que estamos juntos y podemos separarnos, no es algo que está en nuestras decisiones ni que está sentado en este plano al lado de su contraparte, no te amo por curiosidad ni por costumbre, no es mi elección elegirte ni que me abras sólo con nombrar a la existencia... mientras más alto subimos más entendemos el subsuelo en el que tanto nos atormentamos. Por eso no existe despedirnos, no existe terminamos y construir caminos distintos... no existen cambios porque nuestra esencia no puede interrumpirse; no existe reclamarnos nada nunca ni condicionarnos, porque este es un juego en el que nada puede perderse, porque te voy a seguir viendo reflejado en mis espejos por toda la existencia, repartido y salpicado en cada rincón del universo que siempre estoy descubriendo.
Estamos un poco más rotos que el resto, por eso todo está hecho a nuestra medida cuando nos acompañamos... porque la verdadera eternidad y locura ha sido reconocerte... ha sido reencontrarnos.