sábado, 10 de marzo de 2012

Comienzo de la ruptura

Mi biografía no interrumpe ya el camino de la existencia, ahora Dios pasó de ser una adicción a ser un reflejo, esas apuestas en donde ser el ganador es lo de menos, una alabanza a los peligros, a los bordes afilados...
Escalé las hiedras de mi condena hasta subir al mundo de los mortales, con la intención desesperada de encontrar esa respuesta que me librara del peso de las cuerdas de mis remordimientos, de las penas que se encorvaban en el centro de mi sentencia. Enredé mi mente a sus cabezas hasta alumbrarme con sus formas y respirar de su paciencia; escondí todo el derrame que se colaba en mis paredes, y pretendí encontrar refugio en todas sus comodidades. Cuando llegó la convergencia de mi ritual y la anestecia de sus acciones, cuando estuve preparado finalmente para preguntar la razón de la ausencia de sus cargas, me respondieron lo que ahora me mantiene quieto ante mi locura y el insomnio que otrora me atormentaban:
En ese mundo de parcos recuerdos y de encantos sosegados, no estaba solucionado el trascender del fuego que siempre me había asfixiado, no estaba solucionada la convivencia con algún infierno, pues para mi ingenua sorpresa no entendieron cuando les hablé del caos que labró la piel de las angustias, o los impulsos que enfermaban el piso de la conciencia... no hubo ni un alma desgraciada que se identificara con los gritos que sorbían el valor de la palabra, o la impotencia que corroía las venas del crecimiento. Me sentí cruel al contaminar sus cortos nombres con la noche que guardaba, al descubrir como un extraño que me echaron a patadas y escupieron en las vertebras de mi profunda estructura. Un trágico y vibrante despertar alumbró los bosques de mi muerte, y una ternura antes callada hinchó las paredes de mi hoguera solitaria.Con esa fuerza que hierve cuando hay luz en tu presencia, comprendí que allá arriba los seres no vivían libres de la crueldad de los infiernos, pues para ser libre primero tendrían que haber rozado la desgracia que orbita la piel de todo condenado, el comienzo de la ruptura del empleo de este mundo.
Lancé mi cuerpo a mi descenso, y con prisa y displicencia me arrodillé a los pies de mi locura, y con besos llenos de orgulló bendecí al trono de mi angustia. Temí por todos los que arriba me superaban con sus rasgos, que respiraban de un aroma tan limitado como sus pasos, que caminaban sin la muerte rugiendo en su corona de costumbres, que su seguridad no permitía el suspiro de los peligros, jamás amaron más allá de lo que su razón pudo mostrarles, sus muelas nunca habían mordido el cuero que embriagó los planos de la sensatez, el terror nunca hizo mella en los poros de su existencia chica, no existía más que el repetir de más disfraces, la separación de cada hora y cada espacio bostezando en su puntual decencia, no sabían lo que es estar hartos, nunca tocaron el cortejo que se exclama bajo la piel de los amantes, no han despertado en otro cuarto ajeno a puertas y ventanas, y el cansancio no tocó jamás las esquinas de su circunferencia. El suelo es su oración y su extravío, el dios al cual siempre le rezan, el suelo es su nombre y apellido, la descripción de su falaz sentencia.
Luego de asquearme del olor que me hizo huir despavorido, amé el compás que había amoldado a mi desastre, bautizé su nombre con las letras que ahora forman mi fiel casa, y los compañeros de mi sombra decoraron su desnuda perfección con su sangre y con su fortuna. Ahora no sufro con mi carga, pues su peso es mi ropaje y sus apuestas mi destreza, sonrío con su cuello y su linaje, los demonios son mi alimento y la lectura de mis tardes, la debilidad de cada paso es el corpiño de mi anhelo, y estoy blindada con los ojos de cada uno de mis miedos. Mi curso no será uno fácil, pero supera ese rubro del entorno que se amolda sin extremos, en donde escondieron el túnel que alguna vez me hizo parte de su estadía, y que ahora provoca alguna sensación nueva en sus tibios pelajes, algo que empieza con incomodidad, pero que jamás podrá ser olvidada o detenida hasta que terminen en las llamas de lo que no puede conocerse, a donde yo ahora pertenezco: el comienzo de la ruptura del empleo de este mundo... el comienzo del final que te hará eterno realmente.

martes, 6 de marzo de 2012

Y

Encontrar tu pecho
Y enrraizar tus claves a mi destrozo
Y escapar callada a mi desastre
Y enamorar tus noches para esconderme
Y desterrar mi cuerpo
Y disolver las voces que envilecen mi osamenta
Y encasillar tu infierno para invitarlo a mi retiro
Y ensuciar mi alquimia
Y recitar todas las vidas que desfilan por tus roces
Y destruir todos los rasgos que responden a mi nombre
Y descontar las resistencia que amanece en mis rechazos 
Y desprender engendros de mi cuello
Y rescatar tu piel de las esquinas
Y soportar las señas que reclaman tus ensambles
Y oscurecer tu frente
Y amedrentar la mía 
Y respirar los kamikazes de tu hambre
Y entumecer los monumentos que escupieron mis retinas
Y vomitar mi sangre como enredo en tu reforma
Y accidentar tus formas con mi vuelo exterminado
Y reparar las estadías que enfrentaron mis extremos
Y aminorar tus idas
Y atesorar tus restos
Y te infiltras en la vibración en que despierto
Y te ilustras en la espalda de mis sombras
Y te inscribo en mis retornos extenuados
Y me apago en los sabores de tu alarma
Y declaro encrucijadas en tu angustia
Y desciendo atardeceres con tu imagen
Y te amargo con mi fuerza
Y te lamento en mi eludida transparencia
Y abastecer mi negliencia
Y armonizar tu displicencia
Y enloquecer tu escepticismo
Y encomendar mi discrepancia a tu desorden
Y explicar mi resonancia a tus respuestas
Y perturbar tus apellidos con tu fondo
Y respetar tu enfermedad con mi conciencia

El Final

El final no es algo de lo que podamos jactarnos, pues no es algo que nosotros hayamos descubierto o inventado en ninguna ocurrencia o lucidez aclaratoria...El final nos crea y nos está creando mientras sonreímos cómodamente en nuestro seguro devenir; él está y ha estado incluso antes del principio más obtuso de nuestra conciencia, él escribe nuestra tendencia a imaginar que somos nosotros los que lo ideamos y amoldamos al placer de orangután de escribir un punto antes de cerrar los cuadernos, esa necesidad de sentirnos satisfechos y encender otro cigarro... Todo es obra de ese hilo invisible que jamás hemos concebido pero que creemos que se alza en la punta de nuestras lenguas y descansadas ideas, !pobres marionetas de algo que no puede comprenderse! !cómo se escribe acerca del final mientras su verdadero rostro muestra muecas burlonas a nuestras espaldas distraídas! !cómo los hilos invisibles suben como telarañas desafiando la gravedad sobre nuestros brazos de muñeco torpe! Poseídos por nosotros mismos, hipnotizados con las palabras que inventamos pero que pretendemos haberlas descubierto ya hechas, seres benditos nosotros los elegidos, despistados con nuestra gloria de ficciones acordamos en que tenemos los bolsillos llenos pero no los revisamos por ese vago presentimiento de que siempre han estado vacíos.
Palabras graves y sencillas, barrocas y ordinarias... el final no se conmueve por ellas ni por nuestros intentos más penosos por poseer su imagen, por patentarlo como humano y raciocinio de intelecto histórico, casita de cerillas de madera, él no intenta modificar nuestras tiernas tentativas a creernos extraordinarios, él nos ha brindado los motivos suficientes para barajearnos entre nosotros mismos la primera vocal de su nacimiento, eso que no existe.
El final no es el enemigo del comienzo, supera la dualidad de nuestra fiebre maquinaria, no responde a la continuidad perdida del valor de las proyecciones de nuestros vagos recorridos.
Es inminente y clara la culminación de nuestra propia ironía: rindámosnos al final, sumerjámosnos con la cúspide de nuestra galantería a su mandíbula omnipotente, que les juro que es más suave que que el más fino colchón de plumas, más jugosa que la fruta más carnosa. Rindámosnos a su infinitud y a su pureza ilimitada, para lavar así nuestra impaciencia, la locura con la que nos tensamos como pródigos ecuestres en alguna plaza renombrada, para olvidar nuestro nombre y la fecha en que se instaló nuestra cordura, para estirarnos en a humilde comprensión de que somos hijos de su propio vientre y de sus dedos sagrados, entender que no nos manipula sino que nos retrasa compasivamente porque sabe que tal vez no estamos preparados para deshacernos de la máscara de nuestro orgullo patético. Nos deja seguir creyendo, !sigamos creyendo entonces! Con la amarga consecuencia de que seguiremos siendo igual de famosos bajo la sombrilla de nuestra propia suspicacia... e igual de diminutos bajo el rostro que no entra en nuestras mínimas certezas

Oda a mis Demonios

Para trasnochar esta presencia, brindo con la copa de mi propia bilis para que son su fibra se terminen de descomponer mis entrañas, para brindar contigo y con los otros nombres con los que te he proclamado en las vacias raices de mi craneo y mi insistida compostura, para recordar nuestros encuentros pueriles en los cuales yo torturaba el piso y tu con agil desenvolvimiento torturabas mis tentativas a acertar un punto clave en lo que se desamarraba en lo cerrado de los pliegues de alguno de mis labios.
Brindo para no dormir mas nunca, y que en ese atajo de este insomnio que no me corresponde pueda olvidar la sensacion de mis codos y mis hombros, para retrasar la tentacion de acariciarte en mi espalda y en el perfil de mi muslo izquierdo y mi tobillo acalambrado. Me trasnocho para trasnochar inutilmente lo que se ha nombrado como mi vida, para no existir en los andamios que me susurran al oido en la luz mas brillante que se persigna con su tiempo y espacio compartido. Me trasnocho porque te estoy llamando, porque extraño el gen que desconchabas en mi vientre y mi garganta cuando yo con mil temblores te explicaba mi sentido, cuando yo te lo prohibia y no entendias mis palabras, cuando yo solo te olia pero nunca te escuchaba, cuando mi almohada sabia a azufre y mis muñecas se burlaban del resto de mis brazos, cuando tu me escalabas y yo lloraba enterrada en mi ventana.
Mis poros sangran cafeina, nicotina, dislocaciones y licor muy añejado, sangran tus pronunciaciones y tus apoplejias; mis caderas bailan con tu duelo y mis pestañas con el luto de mi propia decadencia.
Mi colchon es un abismo que me añora cuando exijo otro de los eternos cursos que arrastrabas en mi divagancia, cuando te empujaba y me atormentabas, cuando el dolor era mi desayuno y mi alimento era la muerte, cuando no existia otra fusion que no fuese la mia con mi espejo (imagen fermentada en otra imagen), cuando me bautizabas cada tres minutos y me repartias por lo nacarado de tus dientes, siempre en silencio, siempre resignada a la rebeldia que te demostraba y en la que tu te acomodabas con las intenciones mas efervescentes en esa lucida ocurrencia.
Ahora que me he obligado a transitar por lo que no me he permitido, no me duchas con tu descortes remordimiento, no acaricias el reverso de mi cuello con la oscura luz de tu congoja y tus angustias.
Es por eso y por lo que no quiero ya explicarte que me trasnocho para atormentarme y desplazarme al roce de tus alas de obsidiana, para olvidar mi nombre y la fecha de mi falso nacimiento, para remover mi sed con un mar de arena caliente y retratarte en mi espejismo, retratarte en mis inventos y en mi masoquismo, para creerme y convencerme de que no eres parte de mis convencimientos, que la noche no es mentira y de que no estas circunscrito en mis asilos... de que no te he inventado y que alguna vez has existido