miércoles, 7 de agosto de 2013

Otra de tus despedidas

Te pierdes de todo por perderme, por tirar las cartas a otro lago espeso, coquetéandole al azar como si fuese una conquista ser perverso y atractivo, como si jugando a distraerte no condenas a mi espalda a violentar su torcedura.
Caminas con el rostro atado a su disfraz de escpeticismo; te revuelcas con el rastro que derrama tu postura adusta y experimentada, con el pecho anclado en la bisagra negra de tu descendencia pecadora y desgastada, resbalando en las cerillas que respetan tu carencia y tus angustias.
Te quebraste en el engañe al que sometes mi ignorancia, recogiéndote en pedazos al volver a esconder tu vicio en las mañanas, retratando con un marco de castigo a mi apetencia por tus distracciones, por tu conversión de los caminos a un despacho en las alturas de tus hombros magullados, para así largarte antes de que me sienta débil y no pueda seguirte amando.
Extraño tu razón al complacerme, el sostén de tu pureza al caer tu resistencia; extraño tu calor felino y el alivio que me rentabas en las madrugadas, la corrupción de tu cordura en mi garganta seca, en mi palpitación desnuda... el agujero que adornaste en mi universo