lunes, 27 de febrero de 2012

Tengo la marca

Me siento en la parte oscura de la esencia para que así el resto no pueda escribir nunca mi nombre. Me poseo y me desbarato en el sitio que no desea, que no acumula mis sentidos ni conquista los presentimientos, en el filo y en el final de todo el mundo, en la renuncia de lo que nos acompaña. Suelto mis manos con la ausencia para quitar el peso que mi filtro habia explorado, vuelvo a andar con una antorcha negra entre mis manos para encontrarme en el subsuelo, oler la vibración de los cimientos olvidados, recorrer la sepultura que aviva las transparencias, y nunca más volver a casa con el cuello aprisionado, no volver jamás a casa con mi rostro, ni mi nombre, ni el peso que le quito al mundo, no volver con mi palabra ni mi hambre, sino renacer entre sus hiedras y así vovler desde mi entierro sin costras ni resonancias, con el corazón mordido entre mis manos y el cerebro palpitando en lo duro de mis talones. Vuelve el gasto a estar de acuerdo y a permanecer callado, vuelve la ruta a estar sin guía y sin un punto de encuentro, vuelvo a gastar toda mi piel y a llorar por cielos que no existen, filtrarme por todos los huecos y a molestar a los matices claros. Empujo a las pronunciaciones para que no vuelvan a ser nombradas, así reciclo mis angustias e imploto con mis energías, permanezco quieta y la vida se desquita con mi abertura, junta sus dedos para hacerme libre y socorrer al máximo de mis extremos, hacerlo más largo y más ligero para comunicar su puesto en la parte oscura de la esencia, donde el resto no podrá escribir jamás mi nombre...

Permíteme

Permíteme abrirle la garganta a la noche para que de un solo trago se envenene con mi ausencia, quiero ver si en su renuncia logro ser interpretada, esa renuncia en donde los mantras muerden polvo y me lastiman con mirarme, gozan con mi disidencia, muerden de la aventura que he engendrado al asombrarme con tu vuelo, se escapan por el fondo oscuro del color de tu misterio en el que duermo sin desvíos, me destrozo con anhelo y me perfumo con tus puertas. Permíteme explicarme cada regla de este juego, que mi comprensión es traicionera y quema toda mi estrategia.

miércoles, 8 de febrero de 2012

"Si no sabés volar"

Me acalambro con tu boca, se arranca de un trago que se añeja en el hogar de mis servicios impunes, en donde amargo el subconsciente de tu ropa y el desempleo de tu supervivencia; porque tus recuerdos buscan hojillas rotas en mi ducha, alucinan con el desamparo de las atalayas de mi sombra intentando acelerar su ritmo y evolucionar en otro anhelo sin pasar por masoquistas.
Los trastornos entretienen mi terraza cuando se envenena mi audiencia, porque me avergüenza intoxicarme con la reverberación que el eco de tus labios repercuta en mi equilibrio. Es injusta la manera en que te retuerzo en mis sentidos, cómo estás ya descompuesto en mi figura, amordazado en el horizonte que se parte en mi descomunal peligro de respirar desvelos afilados. Te inclinas en el sótano de la decoración banal de mis desolaciones, heridos en una guerra en donde el coraje no existe con argumentos y el ambiente está nublado en el rincón de una ventana que ha sido abortada porque su creador ha olvidado patentarla. Por continuar evolucionando con cada uno de tus respiros, quiero destornillar al tiempo para que la vida no te pese tanto; desorientar a las secuencias para disolvernos con más gusto, y ser más fuerte para abrazar los agujeros que se ampliaron en tu pecho, donde el infinito se cuela con negligencia sin preguntarte previamente si querías soportarlo.
Hazme saber si soy muy joven para aguantar tus notas graves, o si soy muy descontralada para mostrarme en transparencia, pues no quiero ofrecerme a tu belleza rasguñada con hambre o con destrucciones en el reverso de mis uñas, no quiero serte intoxicada con los aires de los venenos que me orbitan, ruego por serte incluso mucho más clara para absorber todo tu rastro en la presencia que nos abrigue de las oposiciones, para salvarte de que vivas un segundo más en la ilusión de que no eres lo que yo guardo en mi inconciencia y que me hace penetrarte con ferviente fluidez. Me necesito limpia para tu sinapsis, me necesito con silencio para brindarle espacios a los gritos de tu garganta quemada, me necesito frágil para tu contacto y fuerte para mantener la compostura en tu cercanía; me necesito oscura para no distraerte con mis matices y ser más simple para no confundirte con la destrucción de mis tormentos, todo para no ser nada y que tú puedas serlo todo en mi lienzo, y que pintes tu destino con los colores que se escapan por el infinito de tus desiciones inertes y tan hermosas como el desconsuelo de mi armonía que no contiene su lamento que se desespera si no te inhala el resto de su precaria existencia.
Tu aroma son los rastros del génesis de lo innombrable, lleva en su ombligo el polvo de lo que nos sobrepasa.
El mundo confundió su cáscara con mi impaciencia y ahora se quiebra en el cenit de mis insomnios. Qué sencillo sería poder respirar con calma y comprender de manera simple, así como siempre me habías dicho... y yo con todos los descesos, no sé si somos ya algún arquetipo de nuestras sombras, o si sólo desconfiamos de todas las confianzas, que nuestra confianza está inscrita en la inexistencia, y yo te amo por ahogarme en todo lo que me supera.
Ahora sufro sin cansancio por estar ya resignada a no adecuarme a ninguna de las posiciones inventadas y latentes en nuestra supervivencia; caigo por el gusto de caerme y ya no es por mi torpeza.
Amor mío, por qué no vuelves a apretar mi mano para recordar lo que es ser libre; por qué no vuelves a incitarme a disolverme en los abismos de tu locura y reencontrarme en la ternura de tu inocente historia. Si no existes juro que la perdición no estará en ese altar atroz en que se alcanza con los desafíos de una mirada, me alcanzará la descortesía de no abrazarte por las noches y poseer en mi descontento un centímetro de gloria.
Permíteme pintar mis labios con tu desobedencia, para inmortalizarte en la medianoche de mis agonías. Puedo pretender hacerte fácil para superar los huecos en las interrogaciones, puedo pretender hacerte a gusto para no sentir mi estómago como el fondo de de los descubrimeitnos. Puedo pretender localizar tus energías y soñar que veo doble para así mortalizar las situaciones de las que jamás he sido fuerte, para vivir un año más y conversar con mi carencia que está apuntando al cuello que engendró alguna presencia en la presión de mi corpiño. Puedo incluso pretender que digo algo y que estornudo mientras juego a recordarte, para apelar a algún ejemplo que se acueste con la hiel de mis penumbras, soportar mi libertad y ahogarse con el fin de mis delirios. Puedo pretender que mantengo algún equilibrio, que los apellidos no me tocan y que cuelgo pisando la palma de mi mano. Puedo pretender que hay algún gasto innecesario y que me tapo los oídos, pero seguir pretendiendo se me está calando hasta los tuétanos de mi curvatura... esa que ya no aguanta seguir estando incompleta