martes, 30 de octubre de 2012

Ya no te tengo prisa

A veces creo que me odio al responderte y al querer gobernar mi alquimia cuando te atajo abusando de otra de tus complacencias. ¿Qué es lo que crees que ahora te está convenciendo, amor mío? Si revivo, te resbalas de mis brazos, me ves de lejos sin moverte mientras yo misma me engaño para dejar de atormentarte y de tragar las huellas que has dejado en mi corpiño y en la cerradura de mi puerta.
Cuando desnudaste mi columna con los desniveles de tu angustia, yo ya había argumentado que no sentía ni una sola resistencia, que te habías quedado dormido cuando te canté el origen del destierro que te había explicitado, que te parecía extraño que hubieses calcado mi sentencia en otra vida y que yo hubiese pretendido conocerte cuando aún no conocía el hueco que estabas pisando.
A veces me siento tranquila al arroparte con los siglos que he guardado para regalarte, cuando te quito la ropa sin exigir tu permiso y te reúnes con nuestra nostalgia para esperar la madrugada...
¡Cuánto camino nos ha vuelto tan incongruentes para habernos convertido en lo que habíamos desenterrado!   Cuánto camino para quemarnos los pies y saltar hasta la orilla de nuestra propia habitación perdida, la que inventamos cuando imaginamos puerilmente comiendo nuestras desesperaciones y otras cuantas faltas de cordura, la que imaginamos cuando nadie pretendía acumular nuestra falta de conclusiones en el álbum favorito de todo el universo, el que firmé con el reverso de tus hombros mientras tomabas café sentado en mi terraza... el que ahora me inventa cuentos cuando entro y ya no estás esperándome en mi casa...

domingo, 28 de octubre de 2012

Nostalgia

La soledad quiere que acepte que no me quiero mirar al espejo sin que haya nadie que esté sujetando mi mano, porque sabe que yo intuyo la respuesta que va a demostrarme, que soy un vaso que tiene el fondo roto, que se reboza sin jamás llenarse con todos los sellos explicados de orgasmos traducidos en los diccionarios, que me aprieto de todas las pieles para que mi garganta sienta algo... que alguna medida inventada fue la que tatuó su orna en mis zapatos, que alguna acción que no existía quiso gastarme una broma al resucitar mis perversiones, que me desarma la sorpresa de responder a tantos nombres increíbles que construyen el nexo que me obliga a querer seguir desubicada, a creer que las delicias dejarán de torturarme y las adicciones dejarán de hacer estragos con mis imitaciones de alabanza a todas mis elecciones, que tal vez fui yo la que cansada de tanta lejanía me castigué para no sentirme inquieta, para sentir que sí me involucraba, para olvidarme de las manos en las que me acurrucaba cuando no tenía ecos... y aparentar que no existían o que no me las merezco

jueves, 25 de octubre de 2012

Otra opción, por favor

A veces es tan masoquista sentir alivio al querer desesperarse, saber que con tanto que se está partiendo adentro se podría hipnotizar al cosmos y consentir a las manos que rasguñan el reverso del piso, que ser cruel o no querer estar presente ya carece de importancia, y sí es fácil mantener la frente en alto cuando nunca te has caído... así sí es fácil no querer cambiar el ritmo... y si te ven acostumbrado pretenden darte la bienvenida.
Este veneno es tan absurdo que cuando lo evitas de algún lado, termina haciendo gárgaras en otro espacio, y si te alcanza la vida para hartarte, encontrarás sin fuerzas que el misterio estaba en no querer buscar su contraparte, la cura a sus medidas afiladas, la inyección que al fin te manifestaría en ese lado al que tanto te precipitas.
Los instantes que han pasado continúan retocando mi silueta y escribiendo mis guiones, se acumulan por debajo de mi lengua, son los protagonistas de mis mentiras y mi silogismo hipócrita, y hay momentos en que le quisiera inventar un nombre nuevo a la vida para que no me doliese tanto, para no preocuparme de si este fondo no tiene vista previa porque mis pies no llegan nunca a tocarlo... si me tropiezo con reflejos que se cortan al nombrarlos porque al hacerlo están deletreando mi propio nombre, que son tan frágiles como su búsqueda y su cortina de vocales emancipadas de sus propias huellas, porque este ritmo no es tan ágil para su estigma, porque ya el amor se corta sus propias venas para desangrarse adentro de su trascendencia e intentar volarme la cabeza con mi propia confianza...

miércoles, 10 de octubre de 2012

No te decepciones ni me mires con tristeza, no sientas que parece no tener remedio, no sigas intentando cada uno de esos métodos que tanto yo les he dado la vuelta, que he doblado y arrugado y he mojado cuando me los entregabas. No me pidas que madure al igual que tú lo has hecho, has nacido con tu parte clara y su parte opuesta escritas en la frente como todos lo hemos hecho. Te has equivocado y has aprendido, has sido valiente y enfrentado algunas cosas, has tenido experiencias buenas y otras malas, puedes dar buenos consejos. Te conoces, no hay problema, tienes nombre y apellido, perfil , silueta y sombra; tienes ojos que se posan en los míos, que me piden que me explique, que deje de comunicarme sólo con las madrugadas, que me repiten mi propia biografía como intentando que yo misma me recuerde.
No me digas que ya es hora o que ya se está haciendo tarde, no es que sea soñadora o ni siquiera complicada, no es que no quiera certificar tu propio idioma, es que mi comienzo no inició donde ha iniciado el tuyo que es el suelo. He empezado más abajo de lo que pueda ser tangente, donde no hay forma ni paredes, ni huellas donde dar el primer paso. Si ahora estoy tocando el suelo mientras tú me miras de lo alto, no te molestes por creer que en todo este tiempo yo no he querido moverme; mientras tú crecías yo también lo hacía, sólo que tú subías escalones y yo excavaba por muy debajo de la tierra. Así que no me pidas que madure de la misma manera en que tú lo entiendes, las dos hemos madurado pero en distintas escenas, aún me queda sacar algo de sucio entre mis uñas, aún mi cabello huele al sudor de los demonios que estuvieron sentados tanto tiempo sobre mi frente.